Autor:
Marisa Madieri
Traducción:
Valeria Bergalli
Título
original: Verde acqua (1987)
Editorial
Minúscula, S.L.
Sexta
reimpresión de la primera edición, octubre 2000
203
páginas
Sinopsis
Marisa
Madieri nació y pasó sus primeros años en Fiume, entonces al norte
de Italia. En 1947 su ciudad pasó a ser Croata (la actual Rijeka), y
sus ciudadanos debieron escoger entre la nacionalidad yugoslava o
marcharse. Entonces su familia emigró a Trieste y se alojó en el
campo de refugiados de Silos, dónde vivieron hasta que Marisa se
hizo adulta. Este
dietario recuerda y rememora ese periodo de su vida. Cuenta qué pasó
y cómo lo vivió, a través de multitud de anotaciones que componen
una unidad argumental.
Opinión
personal
Verde
agua va a convertirse, se ha convertido ya, de hecho, en mi libro de
cabecera. Me hubiera gustado poder enmarcar, incluso físicamente,
algunos de sus párrafos para obligarme a tener presente muchas de
sus profundas reflexiones. Hubiera subrayado y garabateado sus
páginas si el libro hubiese sido mío y no de la biblioteca. Así
que lo compraré para poder tenerlo sobre la mesilla de noche de
forma permanente.
Ha pasado a estar casi el primero en mi lista de
imprescindibles, y el único de consulta frecuente. Una de las
razones es que dice cosas como esta:
“La
profundidad del tiempo es una reciente conquista más. En el silencio
de la casa, cuando durante la mañana me quedo sola, reencuentro la
felicidad de pensar, de recorrer el pasado adelante y atrás, de
escuchar el fluir del presente. Es algo que pocas veces me había
pasado antes. “ (Pág. 14)
La
revisión del tiempo anterior es el tema principal de este dietario,
cuyas anotaciones saltan del presente al pasado libremente sin perder
la unidad argumental troncal, cosa que permite que se lea como una
novela y como un dietario al mismo tiempo. Cuenta el éxodo de los
ístrios y la vida como refugiada de Madieri y su familia. A pesar
de la dureza de su vida hasta pasada la adolescencia y de las
situaciones terribles que afloran en sus recuerdos, Marisa Madieri
rememora el tiempo pasado con serenidad y precisión, con dulzura
incluso. Narra los hechos sin adornos ni dramas, sin juicios de valor
ni políticos, y reflexiona sobre ellos bajo la perspectiva de la
madurez, aquí si, con una prosa meticulosa e intencionadamente
bella. Se trata de una revisión precisa y profunda de lo ocurrido.
La profundidad está en su mirada, que construye conscientemente un
relato generoso con la vida y con los seres humanos. Un relato que
fluye matizado por la pátina de la experiencia y de su memoria,
“emergiendo en pequeños remolinos de un magma indistinto que,
durante largos años, se ha ido acumulando en un fondo oscuro y
desatendido” (Pág. 15)
Marisa
Madieri hace aflorar también el concepto de identidad múltiple que
se vive en los lugares de frontera como la ciudad de Fiume en la que
nació, con sus elementos culturales dálmatas e italianos a partes
iguales. Y lo hace sin rencor a pesar del silencio que tanto
Yugoslavia como Italia impusieron sobre las miserias de ese éxodo,
para mí desconocido hasta el momento de leer este libro.
Con
todo ello construye un relato propio de presente y de futuro. En el
posfacio escrito por su marido Claudio Magris éste lo explica
perfectamente:
“El
protagonista de Verde agua es el fluir del tiempo, atendido y
transformado en relato; el pasado es integrado en el presente,
rescatado del olvido por la eternidad de los instantes en que se
manifiesta, pero también transformado , en una superposición
cronológica que coincide con el movimiento de la escritura adelante
y atrás, en el que el libro se hace solo, en una especie de
concreción cristalina” (Pág. 193)
Una pequeña gran joya que hay que leer.
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