12.1.17

Una habitación propia

Título: Una habitación propia 
Título original: A room of one’s own
Autor: Virginia Woolf
Traducción de Laura Pujol
Austral Singular, Seix Barral
ISBN:978-84-322-2282-5
Segunda impresión, julio 2016
154 páginas

Sinopsis

Es un ensayo basado en unas conferencias que dio la autora en 1928 en la Sociedad Literaria de Newham y la Odtaa de Girton, sobre el tema de “Las mujeres y la novela”. 

Virginia Woolf repasa la historia de la literatura hecha por mujeres a través de una especie de relato en el que se describe a si misma (en la voz del personaje de una joven escritora llamada Mary) documentándose y reflexionando, no tanto sobre la literatura en si misma como sobre la condición de las mujeres a lo largo de la historia. De su relación con un mundo organizado por hombres y  también de su relación con la literatura. 

Opinión personal

No descubro nada nuevo si recomiendo a Virgina Woolf, pero creo que hay libros que le llegan a uno en el momento oportuno, y presiento que yo necesitaba este libro, y seguramente por eso leerlo ha sido para mí una inyección de ánimo y una especie de empujón vital. Además  no ha perdido validez alguna, casi un siglo después de haber sido escrito.

En seguida define bien lo que será su argumento: “… que una mujer debe tener dinero y una habitación propia para poder escribir novelas, y esto, como veis, deja sin resolver la verdadera naturaleza de la mujer y la novela. “(Pág. 10).


El ensayo repasa la historia de las autoras inglesas para demostrar que apenas hay mujeres escritoras, y que esta situación se debe a que las mujeres están ocupadas en la parcela de la vida que el mundo masculino ha acotado para ellas: el hogar, la maternidad, lo sentimental.  Pero este no es en realidad su propio espacio, aquél que Woolf reivindica que necesita una escritora, y sobre el que debería poder ejercer el control. 

Además, sin poder ejercer la propiedad, las mujeres no tenían derecho a ser titulares de nada, y ni en el hipotético caso de que hubieran trabajado y ganado dinero, esta circunstancia les hubiera dado capacidad de decisión alguna. 

“La libertad intelectual depende de cosas materiales. La poesía depende de la actividad intelectual. Y las mujeres siempre han sido pobres, no solo durante doscientos años, sino desde el principio de los tiempos.” (Pág.77)

Pero Virgina Woolf si tenía dinero. Recibía una asignación mensual vitalicia tras la muerte de una tía, y eso le daba la oportunidad de expresarse libremente:

“La noticia de mi herencia me llegó una noche, más o menos al mismo tiempo que se aprobaba una ley que les concedió el voto a las mujeres.  De las dos cosas, —el voto y el dinero—, el dinero, lo confieso, me pareció de mucho lo más importante” (Pág.52)

“No necesito odiar a ningún hombre, no puede herirme. No necesito halagar a ningún hombre; no tiene nada que darme.” (Pág.54)

Quizá sea esta la razón por la que parece sentirse obligada a reivindicar el valor de las mujeres para la sociedad y la cultura, en un sentido muy amplio, y en la literatura. Así, recrimina a los hombres que hayan manipulado el relato de la historia según sus intereses, y lo hace con frases como ésta que sigue, que parecen reflejar un tipo de valores sociales no muy lejanos a los de 2016.

“Hablando crudamente, el fútbol y el deporte son “importantes”; la adoración de la moda, la compra de vestidos, “triviales”.” (Pág.54) 

El otro tema principal es si existe o no una literatura “femenina”. Woolf no resuelve este planteamiento pero aporta algunas ideas que sorprenden por su modernidad, si pensamos que esto se escribió en 1928: en una reflexión sobre la identidad nos habla de las mentes andróginas, aquellas que saben equilibrar las partes femeninas y masculinas del cerebro, de forma que ninguna de las dos partes condiciona la otra, para conseguir la libertad total de pensamiento.  Para escribir como ser humano solamente. El ejemplo supremo de esta actitud seria  Shakespeare. En cuanto a las mujeres, cree que solamente Jane Austen, Emily Brontë  y George Sand (con reservas esta última) consiguieron prescindir de su condición de mujeres al escribir, libres de resentimiento y de culpa, y por ello las considera grandes autoras. 

Es funesto ser un hombre o una mujer a secas. Uno debe ser “mujer con algo de hombre” o “hombre con algo de mujer” (Pág.75)

Su forma de contar destila elegancia, un sentido muy fino de la ironía y toques de humor, como por ejemplo la invención de la hermana de Shakespeare, Judith, igualmente lista y brillante que él pero que nunca escribió ni un verso, y que es símbolo de esa literatura libre que esperamos. 

“… Llegará la oportunidad y la poetisa muerta que fue la hermana de Shakespeare recobrará el cuerpo…. pero yo sostengo que vendrá si trabajamos por ella, y que hacer este trabajo aún en la pobreza y en la oscuridad, merece la pena.” (Pág. 81)

Es en este ensayo también, donde Woolf escribió la conocida frase:

“Cierra con llave tus bibliotecas, si quieres, pero no hay cerradura ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente.” (Pág.55)


A mí ni de lejos me parece la más revolucionaria, pero intuyo que quizá en algún momento se lo pareció a algún hombre, y sin duda es la más conocida. Entiendo bien porqué el feminismo simpatiza con Virginia Woolf, porqué generó una cierta polémica en su época, y porqué sigue teniendo mucho interés y mucho valor. 

A mí este libro me ha sentado bien. 

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada

Gràcies per comentar.